Ale!, que como ya ha pasado el boom natalicio-toallero y cada mochuelo ha vuelto a su olivo, mi queridísima “anchoa” y yo, lo dejamos pa siempre jamás, eso si, me prometió asco eterno, y boicot a mis artes amatorias, después de conocer a un gachó ( ¡si! ¡En sentido bíblico!, coño, que si que llevaba yo una cornamenta de 6 puntas, “medalla de oro” en un safari de búfalo cafre) que al hablar, lo que se dice hablar, no era precisamente Don Torcuato Luca de Tena, era de los de… ¡ es que si me refriego, me se escuece er nabo!, pero debía ser todo un martillo neumático, un maestro en la suerte de bragas, ¡amos!
Que en cuanto la tenía mirando a La Meca ( pido perdón humildemente a los Ayatolas que me lean), la anchoa se convertía en todo un salmonete cachondo. Y además, ¡que coño!, no tenía brazos, tenía dos leños de cagarse y una ceja única que le llegaba desde la sien izquierda a la derecha sin solución de continuidad. Solo le faltaba la boina, y por aquel entonces lucía mi menda una figura leptosomatica, que ni el botones sacarino. La cuestión es que aquel garrulo me levantó a la pava aquella, y desde entonces... Snif, snif, ya no creo en el amor verdadero.
Bueno, tampoco vino mal, porque echándole un poco de imaginación, el avispado lector o lectora, se puede imaginar de donde le venía lo de “la anchoa”. Es mas, hasta que descubrí que uno podía hacer incursiones al ombligo y colaterales, sin quedarse anestesiao, tuve como tres o cuatro novias quedándose a dos velas.
Bueno, tampoco vino mal, porque echándole un poco de imaginación, el avispado lector o lectora, se puede imaginar de donde le venía lo de “la anchoa”. Es mas, hasta que descubrí que uno podía hacer incursiones al ombligo y colaterales, sin quedarse anestesiao, tuve como tres o cuatro novias quedándose a dos velas.
Nota: (Aprovecho esta ocasión para presentar mis disculpas y mi desolación a las damnificadas por tamaño atropello y me pongo a su disposición para enmendar, en lo posible, mi descortesía)
En mi pliego de descargo, debo añadir que por aquel entonces las niñas de colegio de pago, (siempre he sido un poco pijo para esto de la socialización, que se le va a hacer), no se depilaban porque, en teoría, lo único de género masculino que se les acercaba era “el bidet” y ¡claro! Aquello más que un Monte de Venus era Monte Bajo. En fin, que se podía sentir uno como Stanley o Livingstone en busca de las fuentes del Nilo.
¿Por donde iba? ¡Tete!, me lo pregunto porque se ha producido un parón en el proceso escribidor por motivos mundanos, ya sabéis, cenar, dormir y esas cosas que se hacen antes y después. ¡No! ¡Eso precisamente no! ¡Que ahora estoy entregado en cuerpo y alma al celibato y la automortificacion!. Ah, si! Con la migración golondreril, pues que al Sr juez de Vigilancia Penitenciaria y a la letrada defensora, cual aves migratorias, les dió por montar el pisfostio del siglo y trasladar el domicilio y a sus moradores ( a saber, el que suscribe y sus consanguineos de 2º grado) a la sede del Penal donde cursaba el primero de bups ( bachillerato Unido Polivalente).
Por entonces, yo ya me había convertido en un hijoputa con fundamento, había superado con nota mi notoria timidez y verguenza y era capaz de decir mas barbaridades a las niñas en 2 minutos que todo un conclave de albañiles en un puticlus.
En mi pliego de descargo, debo añadir que por aquel entonces las niñas de colegio de pago, (siempre he sido un poco pijo para esto de la socialización, que se le va a hacer), no se depilaban porque, en teoría, lo único de género masculino que se les acercaba era “el bidet” y ¡claro! Aquello más que un Monte de Venus era Monte Bajo. En fin, que se podía sentir uno como Stanley o Livingstone en busca de las fuentes del Nilo.
¿Por donde iba? ¡Tete!, me lo pregunto porque se ha producido un parón en el proceso escribidor por motivos mundanos, ya sabéis, cenar, dormir y esas cosas que se hacen antes y después. ¡No! ¡Eso precisamente no! ¡Que ahora estoy entregado en cuerpo y alma al celibato y la automortificacion!. Ah, si! Con la migración golondreril, pues que al Sr juez de Vigilancia Penitenciaria y a la letrada defensora, cual aves migratorias, les dió por montar el pisfostio del siglo y trasladar el domicilio y a sus moradores ( a saber, el que suscribe y sus consanguineos de 2º grado) a la sede del Penal donde cursaba el primero de bups ( bachillerato Unido Polivalente).
Por entonces, yo ya me había convertido en un hijoputa con fundamento, había superado con nota mi notoria timidez y verguenza y era capaz de decir mas barbaridades a las niñas en 2 minutos que todo un conclave de albañiles en un puticlus.
Al principio, como uno no gozaba de la practica y la sapiencia necesaria, se producían momentos de tensión, y ellas tenían la odiosa costumbre de sufrir ataques de dignidad que se resolvian con una retahila de improperios, insultos y demás perlas, de mis entonces victimas, e incluso alguna, las menos, no me retiraron el saludo. En alguna ocasión hubo “leche cautelar en la moflilla”, pero entonces como que quedaba muy gallardo y varonil que le metieran a uno una ostia delante la peña.
El curso empezó, pues eso, como empiezan todos los cursos, solo que este, era especial, ¡Por fin, no todos realizábamos funciones nefrítico-uretrales de pie! ( ¡joder, mear! Eso quiere decir MEAR) y descubrí algo que me conmocionó, ¡coño, coño, coño! ¡a las tías les cambia la cara cuando tienen la regla!
El curso empezó, pues eso, como empiezan todos los cursos, solo que este, era especial, ¡Por fin, no todos realizábamos funciones nefrítico-uretrales de pie! ( ¡joder, mear! Eso quiere decir MEAR) y descubrí algo que me conmocionó, ¡coño, coño, coño! ¡a las tías les cambia la cara cuando tienen la regla!
Eran tres, como tres Marías, como tres sacudidas de cimbel intentando evitar la sempiterna LEY DEL TALAMILLO, ¡jodeeer!¿Eso tampoco lo sabéis? … Por mucho que te la sacudas , la última gota siempre se queda en el calzoncillo…- Por cierto, para los despistaos que me tropiezo en los servicios de los pubs u o antros, mas de tres sacudidas cuentan como pelón y por tanto es intrínsecamente “confesable”, y cuando el señor cura pregunte ¿cuántas veces? Se aplica la formula (días desde la ultima confesión, a dos o tres meaditas por día, igual a monto total… pecaminoso)
Para los cistíticos, tras consultas con el obispo, el sínodo ha resuelto que no hay perdón, pues como se consideran meadas sucesivas –sin intermedios- cuenta como pelón continuado, así que ¡cómo si os matáis a pajas!
Ah! y algunos os la vais a arrancar de cuajo cualquier día de estos ¡bestias! ¡No seáis brutos hombre ya!
Bueno , a lo que iba, 3 doncellas 3, entre 30 cimborrios en permanente estado de presenten armas, bueno, creo que eran tres doncellas ( bueno dos doncellas seguro y probablemente aun lo siguen siendo) porque estas dos no sabría clasificarlas por sexo, y la identificable, la que seguro que era mozuela, no era pa tirar cohetes, pero por lo menos tenía las tetas donde se supone que deben estar y no había que jugarse a los chinos donde metías la mano pa tocarlas sin incurrir en un ataque directo a una lorza liposuccionable así que, allí estaba ella, la que se iba a convertir en mi Directora de Tesis, la luz que alumbraría mi metamorfosis de amante interino asilvestrao a amante uterino acomplejao ( lo de hacerla crecer un poquito mas, no estaba en su mano) y fue una tarde de primavera, en su casa, donde se produjo mi primer “home round”, bueno, al menos eso creo yo, se llamaba Paquita, joder con Paquita, a los 6 meses supe el apellido, era muy popular, popularísima, la leche de popular. Era conocida cariñosamente por “Paquita la teniente” y por lo que parece, las féminas que le sucedieron tienen mucho que agradecer a esa “Jacinta”, gracias a ella y su espíritu didáctico, a su buen hacer y su constante dedicación a la virtud teologal de “enseñar al que no sabe” por lo que existe alguna mujer insatisfecha menos en los alrededores de este terruño.
Es mas, gracias a ella, se distinguir, incluso con la luz apagada, la diferencia de ubicación y textura que existe entre un clítoris y un hemorroide. Propongo desde aquí, erigir un monumento a su buen hacer y dejarse hacer.
Sayonara soshite arigatou,
(Gracias y adios.)
Akimeto Akisaco